«Fue algo instintivo. Así es como entiendo el deporte y la vida, los valores que me han transmitido mi familia y mis entrenadores». Ricardo Rosado (Madrid, 1988) es hoy viral. El mejor español el domingo en el Generali Maratón de Málaga (2:14.23), un «currante del atletismo», dejó una imagen de puro deporte, piedad ante un rival «destrozado» al que pudo rebasar en la meta, pero al que prefirió ayudar, acompañar y dejarle entrar delante.
Ricardo atisbaba la meta en el malagueño Paseo del Parque, más de dos horas de esfuerzo, de sufrimiento al límite para lo que estaba siendo una de las mejores maratones de su vida. Al final de la agonía, un premio inesperado, el quinto puesto que jamás había visto ni de cerca durante la prueba. En el horizonte, un rival caído, el el keniata Evans Kimtai Kiprono, quebrado por los estragos del maratón. Tan fácil adelantarle antes de la pancarta final como seguir la pura inercia, el ritmo implacable de 3:07 el kilómetro que iba marcando el madrileño de Tres Cantos como un reloj suizo. «Yo también iba muy cascado. Analizándolo después, creo que lo primero que me salió fue la parte humana de ayudar a una persona que está en dificultad en ese momento. Y luego la parte deportiva de decir: ‘Es que ha sido mejor que yo durante 42 kilómetros’. Por esos tres últimos metros, donde lo está pasando muy mal, él no merecía un puesto peor que el mío», describe el atleta del Club Bikila.
Rosado prefirió compadecerse de Kiprono. Aún en la angustia, en su mente triunfó la deportividad. Redujo su ritmo, agarró por la cintura a su rival y lo acompañó durante los últimos pasos hasta completar el maratón. El quinto puesto fue para el keniata, roto en el suelo nada más cruzar, en una prueba en la que se impuso Charles Muneria (2:08.53) y el español se hizo con el sexto. Sólo los cinco primeros tenían dote económica y bien que lo sabía, «pero en ese momento ni se me pasó por la cabeza, no lo tuve en cuenta». Posteriormente, la organización tuvo el detalle de conceder también a Rosado los 500 euros correspondientes al quinto, a los que sumar los 1.000 que ganó por ser el primer nacional de la prueba.
La reacción de Ricardo se hizo viral y el móvil empezó a arder en el viaje de vuelta a Madrid. «Yo creo que el maratón es una prueba muy especial, siempre digo que cada vez que corres un maratón es una experiencia vital. Estoy totalmente abrumado. Fue un gesto que me salió espontáneo. Sólo puedo dar las gracias por todo el cariño que me ha mostrado la gente. Ayer tenía el móvil bastante petado, era una situación que nunca había vivido», admite este Técnico de Calidad y Medio Ambiente que trabaja para los centros deportivos de la empresa GoFit y que compagina con los entrenamientos con Arturo Martín, en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid.