El 7 de octubre, Ohad y su madre Keren (54) estaban en el kibutz Nir Oz para pasar el fin de semana con sus abuelos Abraham (78) y Ruti (78). Ese día y como otras localidades israelíes limítrofes con la Franja de Gaza, la pequeña agrupación agrícola fue atacada por el brazo armado de Hamas. Los atacantes secuestraron a Ohad, su madre y abuela mientras asesinaron a su tío Roi. «Desde entonces, tomo pastillas para dormir y cuando me despierto tengo sentimientos de culpa por no haber estado pensando en ellos mientras duermo», admitía el padre de Ohad, Avi.
El abuelo permanece en el cautiverio como otras 200 personas en algún lugar de la Franja de Gaza. Allí, quizá en algún túnel de Hamas, Ohad celebró hace un mes su noveno aniversario aunque el 24 de noviembre puede sumarse como nuevo cumpleaños. Su pupitre le espera. Y las gradas del Hapoel Beer Sheva. Este club no tardó en expresar la alegría por el aficionado que más echaba en falta. «¡Qué bien que has vuelto a casa!», escribió.
La primera tanda de los 50 rehenes pactados hasta este lunes iluminó muchos hogares israelíes que rezaban por ellos y ahora seguirán rezando por el resto en uno de los momentos más traumáticos en la historia del país.
Hanna Peri (79) del kibutz Nirim, recuperó la libertad aunque dejando atrás en el cautiverio a un hijo mientras el otro fue asesinado. Peri es la única de los 13 israelíes liberados este viernes que no fue secuestrada en el kibutz Nir Oz. No es casual ya que 77 (entre ellos 13 niños) de los rehenes del llamado «Sábado Negro» proceden de esta pastoral localidad.